viernes, 14 de agosto de 2009

El Amor Comienza en Casa

Por: David Wilkerson

El mandamiento de Jesús en Juan 15:6 tiene que ver con la forma en la que trato a mi esposa y a mis hijos. Para los solteros, tiene que ver con la forma en la que tratan a sus compañeros, hermanos en Cristo, las personas más cercanas.

No hay escapatoria. Si yo voy a ser el hombre y el ministro que Dios me ha llamado a ser, entonces mi esposa debe estar en la capacidad de decir con honestidad delante de los cielos, del infierno y de todo el mundo: “Mi esposo me ama con el amor de Cristo. El comete errores, pero está siendo cada vez más paciente y comprensivo conmigo. Está siendo cada vez más tierno y cuidadoso. Y él ora conmigo. No es sólo una apariencia. El es lo que predica”.

Pero si ése no es el testimonio de mi esposa, si ella tiene un dolor secreto en su corazón, y piensa: “Mi esposo no es el hombre de Dios que pretende ser”, entonces todo lo que hay en mi vida es en vano. Todas mis obras, la predicación, los logros, mi generosidad caritativa, los muchos viajes, suman cero. Vengo a ser una rama marchita, inútil, que no lleva el fruto de la semejanza de Cristo. Jesús va a producir que otros vean la muerte en mí, y valdré muy poco en su reino.

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